Los sueños se embarcaron un día con su padre, el Sueño, dirigiéndose hacia una isla encantada.
Pero el Sueño, que había ofendido al dios de las Tormentas concediendo reposo nocturno a algunos marineros que este dios iracundo perseguía con toda su furia, vio a su vez cómo los vientos se vengaban de él lanzándolo hacia una tierra inhospitalaria en donde no había nada para salvar a los hombres del aburrimiento.
Pero la potencia del dios de las Tempestades cesaba con el crepúsculo, al comenzar el reino de la Noche y de la Luna. De este modo el padre de los sueños, teniendo piedad de la tristeza que embargaba a sus propios hijos, les permitió evadirse de ella nada más comenzar la noche.
Por esto cuando empiezan a aparecer las sombras nocturnas, los Sueños emprenden el vuelo y se esparcen por todas partes dando lugar, según su carácter, a dulcísimos sueños a algunas personas, y a otras, penosas pesadillas”.
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