sábado, 26 de junio de 2010

C'est la vie...


Dicen que la vida es un largo camino, en el cual te encuentras con subidas, bajadas, obstáculos, cruces…
Sin embargo, no ves en la distancia, ni por muy alto que subas, puedes divisar como será ese camino.

Comienzas a andar y cuando encuentras algún cruce, dudas, pero decides que camino será el más correcto, si te equivocas… no podrás retroceder, sólo avanzar hasta que encuentres otro cruce y puedas cambiar tu camino.

Las bajadas, son fáciles, te encuentras feliz, cómoda, el viento de espaldas, refrescándote y ayudándote a ir más ligera.

Las subidas…. cuestan, pero cuando estás arriba y ves el camino recorrido… te alegras y sientes que aunque fue duro… lo conseguiste tu solita.

Los obstáculos… por desgracia demasiados, algunos los saltas, otros puedes sortearlos y dejarlos a un ladito, pero cuando te encuentras con un muro alto y ancho… primero intentas escalarlo, pero a ciertas edades, el culin nos va pesando y tiende a tirar para abajo. Pero no cejamos, si no puedes saltarlo… atravesémosle.
No hay herramientas que valgan, empezamos con las manos, aunque nos dejemos las uñas y las yemas de los dedos, vamos comprobando que da día el agujero es más grande, y aunque no veamos la luz del otro lado, seguimos con la tarea. Lo malo es que una mañana al despertarte, compruebas que algún duende gracioso ha dejado el muro como estaba el primer día y de ese boquete en el que te has dejado los dedos, y tienes las manos cual muñones, no queda nada.
Pero aún así, comienzas a escarbar otra vez, y otra, y las veces que hagan falta. Porque lo que no puedes ni pensar, es sentarte a esperar a que alguien venga a tirarte una cuerda para atravesar el muro o ha ayudarte a hacer ese agujero para poder atravesarlo. Lo único que conseguirás sentándote a esperar es que alguien se cuele en tu mochila para que cargues con él o se agarre a tus tobillos para que no puedas escalarlo.

Hay que seguir escarbando cuando no te queden dedos... con los pies, y cuando no te queden pies... con los dientes, hasta que encuentres la manera de atravesarlo, para bien o para mal.
Tan sólo te queda aceptar las decisiones tomadas y esperar que un poco más delante de ese camino, que es tu vida… venga una cuesta abajo con el viento a tu favor y con el aire fresco que te reviva…