lunes, 16 de agosto de 2010

Perseidas... Leónidas... Gemínidas... Líridas...

Perseidas... Leónidas... Gemínidas... Líridas...
Lluvia de estrellas
Sueños infantiles, deseos lanzados al cielo en noches claras... Sueños rotos adultos...

Anoche, de madrugada... Último cigarrito en la ventana antes de ir para la cama. Cielo despejado y ahí estaban, las Perseidas.

Una estrella fugaz, tantos recuerdos se te vienen a la mente...

Verano, noches calurosas castellanas, con ese cielo despejado, sin contaminación luminiscente. 

Mes de Agosto, viendo caer las estrellas, alguien las llamó Perseidas, o las lágrimas de San Lorenzo, por ser el 9 de agosto la celebración de ese santo y desde la Edad Media pensaban que eran las lágrimas que supuestamente derramó Lorenzo cuando le sacrificaron.

Después llegaban las Leónidas, en Noviembre. Noches frías, capas y capas de jersey y encima el anorak, gorro, guantes, bufandas... Cual muñeco de Michelin cuando anochecía, nos metían en el coche y a medio camino de la peña de Francia, bajábamos, nos enrollábamos en mantas, sacaban el colacao y el café caliente de los termos, y medio dormidos, esperábamos a las leónidas.
 Esas eran la mejores, las mías, ya que el que las puso el nombre creía que provenían de la constelación de Leo.
Recuerdos, algunos agradables, algunos tristes... Momentos mentales de evasión.
Pero al final te das cuenta, de tantos sueños lanzados al cielo y... la cruel realidad que ahora te ampara...